Sin duda el episodio más
estudiado en la historia de México es el conocido como Segundo Imperio,
principalmente porque el epilogo fue el fusilamiento de un vástago de la dinastía
Habsburgo: Maximiliano, convertido en emperador del país azteca por decisión de
Napoleón III, quien envió a México a cincuenta mil hombres para que garantizaran
que ese nuevo gobierno se sostendría.
El emperador de Austria, hermano
de Maximiliano, también envió siete mil soldados del Imperio multicultural para
que cuidaran a su hermano. El rey de Bélgica, padre de la emperatriz Carlota,
contribuyó con un contingente más modesto, de apenas dos mil hombres, mientras
que el virrey de Egipto, amigo de Napoleón, envió simbólicamente 500 soldados
para contribuir a la consolidación del nuevo imperio.
Pero la cosa salió mal, los
yanquis hicieron presión sobre Francia y prestaron armas a los mexicanos, así
éstos pudieron derrotar a sus invasores y enviarlos en barco de regreso a
Europa. Pero Maximiliano de Habsburgo o Primero de México, como quiera llamársele, se quedó, se quedó para no manchar el honor de su familia y por otras
cuestiones muy personales.
Fue vencido, enjuiciado y
fusilado en la ciudad de Querétaro, y desde entonces se levantó una gran polémica
en México y en Europa. El país azteca defiende la decisión del presidente
Benito Juárez de no concederle el indulto, un abogado muy culto, poliglota y de
mano más que dura cuando de aplicar la ley de trataba.
En Europa México fue visto como
un país de carniceros, donde daban muerte al príncipe que había llegado desde
muy lejos con buenas intenciones, para tratar de lograr paz y tranquilidad,
algo que no se había logrado desde que el país se independizó de España.
Juárez y Maximiliano, después de
ese fusilamiento, quedaron unidos para siempre. Curiosamente, en política
tenían ideas demasiado similares, ambos eran hombres sabios, muy alejados de
los militares, dictadores y semianalfabetas que gobernaban toda Hispanoamérica.
Nunca se vieron, Juárez se negó a hablar con el invasor de su patria incluso
cuando ya lo tenía en sus manos.
Maximiliano quiso y solicitó una
entrevista muchas veces, sin que se le diera una respuesta satisfactoria. En la
novela Juárez en el Convento de las
Capuchinas: La reunión secreta con Maximiliano, esa reunión se realiza
justo unas horas antes de que fusilen a Maximiliano. Juárez se presenta en su
celda y ambos hombres hablan, sin reclamos ni rencores. Hablan de México, de su
México, de sus problemas, cada uno defiende lo que hizo con argumentos tan
sólidos que el otro llega a comprenderlo.
La historia de México ha estado
dividida desde que Maximiliano fue fusilado. Para muchos, Juárez es un héroe,
para otros pocos es un verdugo y el héroe es Maximiliano, pero en esta novela
ambos lo son. Cada uno, eso sí, a su manera.