Afortunadamente
para los editores del pasado, que no de los del presente, los piratas, de ésos
que ya no usan parche y quizás ni el mar conocen, habían fijado siempre la
mirada en la música y las películas, dejando los libros como un negocio para
ellos poco lucrativo. Se lee menos que se escucha música y se va al cine, y
además el reproducir un libro pirata no tiene por qué ser más barato que un
original.
Cierto que
han habido libros piratas, que muchos tal vez tenemos uno en nuestra biblioteca
y no lo sabemos. Pero el fenómeno ha sido más bien modesto. Los editores, los
dueños de las grandes editoriales, podían vivir tranquilos en sus mansiones,
que los piratas no les afectarían sustancialmente.
Todavía
muchos no se espantaron tanto con el Internet. Al contrario, los benefició. Ni
de chiste se habrían vendido tantos ejemplares del niño mago sin esta cosa que
hoy nos ocupa buena parte del día. Y aunque aparecieron los libros digitales,
leerlos frente a un monitor no es nada recomendable, a nadie le gusta, por lo
tanto los editores siguieron tan tranquilos.
Pero
después del libro electrónico surgió lo que era de esperarse: el lector para
esos libros. Y ahora sí se prendieron las alarmas. Los editores, a pesar de que
producir una copia no les cuesta nada, temen ponerla a la venta porque el
primer comprador podría subirla gratis a la red. Hemos llegado a una época en
que la piratería de los libros puede competir, en porcentaje de pérdidas, con la de la
música.
Ya abunda
información al respecto. Se venden lectores pero, extrañamente, no se venden
libros. Muchos que compran un lector lo hacen no con la intención de leer
libros más baratos sino de leerlos gratis. ¿Para qué comprar un libro -pensarán-
si se puede bajar de la red sin pagar?
Lo extraño
es que apenas estamos en la época de los debates, y los libros electrónicos ya
son un artículo muy consumido. Todo
mundo está de acuerdo en que si la cosas funcionaran bien, sería un negocio muy
lucrativo. Dos euros o cuatro dólares por una copia de un libro que no costó
nada producir es el cielo a un metro de altura para editores y escritores… El
problema es que los lectores se niegan a pagar siquiera esas pequeñas
cantidades, porque el Internet, que también educa, los ha acostumbrado a que se
pueden conseguir gratis muchas cosas.
Sinceramente creo que hay poca pirateria de libros porque se lee poco. Pero a mi me sorprenden los precios de los libros. El lector que tiene un hábito devora gran cantidad de libros al mes. Y uno no siempre puede pagarlo
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