Hoy en día
es de mal gusto construirse una casa estilo griego, es de mal gusto poner en el
jardín una copia de El David, es
también de mal gusto colgar en la sala, junto a la abuela, una copia de La Mona Lisa , pero es de muy
buen gusto leer El asno de oro,
novela escrita en el siglo II d. C. por Lucio Apuleyo.
Una de las
cosas maravillosas de los libros es que cuando ya han entrado en el gusto del
público no caducan nunca, se editan constantemente en formato de bolsillo y tapa
dura, con ilustraciones y prólogos tan grandes como la obra misma. Cuando ya han expirado los derechos de autor
las edita quien quiere, cuándo y cómo quiere. Nadie nos va decir en la
cafetería si nos ve con un volumen de Robinson
Crusoe entre las manos que eso está pasado de moda.
Lo cierto
es que no son muchos los libros que alcanzan la categoría de incaducables. De
la gran mayoría que salen a la venta se hace sólo una modesta edición y después
pasan al olvido. Otros tantos alcanzan la segunda sin ir más lejos. De otros
más se ven ediciones con otra editorial muchos años después de su aparición,
sin que logren hacer demasiado ruido. Pero una vez que un libro alcanzó la cifra de
varios millones vendidos en varios idiomas, no se dejará de vender mientras la
humanidad tenga el hábito de la lectura.
Una de las
cosas que a veces no se dicen es que los libros se siguen vendiendo mucho si ya
tuvieron un gran éxito, aunque de momento sean otros los que vuelven locos a
los medios de comunicación. Por ejemplo, de Harry
Potter es de suponer que en el año que corre ya se han vendido muchos
millones de ejemplares. Lo mismo ocurrirá el año que viene y el otro y el otro.
Los Beatles, aunque
aún suenan bastante, para las nuevas generaciones son parte del pasado, las
películas de Marlon Brando no vuelven locas a las juventudes, y así hay muchas
cosas a las que quienes viven hoy no quieren volver y tampoco querrán volver
los que vivirán mañana, pero El Conde de
Montecristo y El Quijote siguen y
seguirán en el gusto del público sin importar los cambios en las identidades de
los seres humanos.
Qué maravillosos son
algunos libros, que no caducan, que se venden, se leen y se disfrutan hoy como
hace doscientos o trescientos años, cuando salieron a la venta por primera vez.