LOS MÁS LEÍDOS

27 ago 2012

El precio de los libros electrónicos


Existen muchos problemas asociados a los libros electrónicos. El que más preocupa es el de la piratería que se puede suscitar una vez que existe una copia digital de un libro en manos desconocidas. Tema que ya traté aquí. Pero ése es el problema para los editores. Hoy quiero tratar el de nosotros los lectores.
Que el libro electrónico supone una gran ventaja en muchos aspectos es ya algo innegable por más que muchos no lo quieran aceptar. Y en los actuales tiempos de crisis supone la posibilidad de que muchas personas puedan seguir leyendo el mismo porcentaje de libros que acostumbran  leer cada año. Ya casi cada adicto o cuando menos vicioso lector se hizo o está pensando en hacerse con un e-reader, maquinita ésa que garantiza un considerable ahorro en la adquisición de libros…, siempre y cuando los precios sean razonables.
Vamos por partes. Un libro electrónico no conlleva gastos de impresión, almacenaje y distribución. Y siendo así las cosas, no se ve la necesidad de ponerlo a la venta a un precio excesivamente caro. Algunos editores quizás piensan que lo que venden es el talento del escritor y el esfuerzo en pulirlo que ha hecho su editorial. Pero esos argumentos no pueden ser un pretexto para vender caro, debieran, para alguien inteligente, ser una posibilidad de vender mucho. Y para vender mucho  no hay que dar muchas explicaciones, sólo poner las cosas tan baratas como sea posible, de manera que el vendedor no pierda.
Fijar el precio de un libro electrónico por encima de los 10 euros es casi como firmar una garantía de que nadie lo comprará. Ni aunque se trate de una novela inédita de Borges. El formato electrónico exige renunciar a tradiciones muy arraigadas, y para convencer al lector de que se embarque en la empresa hay que darle algunas facilidades, precios que lo seduzcan, que lo convenzan de que vale la pena el cambio. Dejar de comprar un libro impreso en 15 euros para comprarlo digital en 10.95 no es una practica tentadora.
Para que un libro electrónico compita o supere en ventas a su igual de papel habrá de costar… de 1 a 3 euros. Ése es el verdadero precio competitivo. Al lector no le quedarán muchas dudas al momento de comparar. De 15 a 3 euros la diferencia es bastante tentadora como para resistirse. Todavía es probable que un precio de 5 euros no sea a los ojos del lector muy excesivo, pero tomando en cuenta que estamos en tiempos de crisis y que mucha gente piensa quitarse el caro placer de la lectura como una de sus actividades, lo mejor es que los libros no superen los 3 euros, salvo raras excepciones, por ejemplo, los ilustrados y que además son muy extensos quizás merezcan excederse en el precio.  Pero vuelvo a repetir: un libro electrónico de 10 euros, nadie o casi nadie va a querer comprarlo. 

22 ago 2012

El fenómeno de las óperas primas


Creo que para nadie es un secreto que no sólo estamos en la era de los escritores jóvenes, también en estos tiempos se da el fenómeno de que la primera obra de un escritor, aunque sea pésima, puede ser un súper-ventas.
No digo que por fuerza un escritor joven tenga que hacer de su primera obra un fiasco. Se dan casos en que los debutantes sorprenden. Algunos tienen un gran talento y logran pulirse en muy pocos años, de tal manera que a los veintitantos ya pueden escribir obras de sorprendente calidad. Por otro lado, no podemos olvidar que la literatura es una forma de expresión y que como tal se perfecciona con el tiempo. Quien a los treinta escribe muy bien, casi con toda seguridad a los setenta, si llega, lo hará sorprendentemente bien.
Pero eso de escribir bien siendo joven en el pasado no acarreaba muchas ventajas. La crítica siempre fue renuente a alabar a los escritores jóvenes.  Aunque las cosas tarde o temprano tenían que cambiar. De un tiempo para acá, o de Harry Potter para acá -aunque muchos se regresan hasta El perfume-, una primera obra puede ser un verdadero fenómeno en ventas.
Me atrevería a decir que para muchos escritores su gran problema radica en que ya han publicado varias obras y en que no son jóvenes. Viven encasillados en tirajes de 2.000 a 5.000 ejemplares, que se venden en varios años. Y de allí no pasan.
Por el contrario, hay jóvenes de veintipico, o más jóvenes como es el caso de Christopher Paolini, que arrancan vendiendo más que el mismísimo Cervantes, dejando a viejos académicos y escritores con larga trayectoria con el ojo cuadrado y la bilis al límite.
¿A qué se debe este fenómeno que ha replanteado, en la última década, al mundo editorial? Las razones son varias. Pero creo que todas se desprenden del patrón que indica que el libro del que se habla mucho es el que vende mucho y viceversa. El grueso de los lectores en el mundo hoy en día son jóvenes, siendo los intelectuales una minoría. Los jóvenes tienden a seleccionar sus lecturas guiados por sencillas reglas: que al libro lo envuelva algo raro, que se hable mucho de él y que tenga elementos que lo hagan distraerse de la difícil etapa de la vida en que se encuentran.
Conseguir eso no es muy difícil, y quien lo dude que analice el gran esfuerzo intelectual que hizo Stephenie Meyer para crear su ópera prima. Desde ahí, y desde poco antes, los editores comprendieron que sólo tenían que buscar un libro nuevo, con algo de misterio -y un autor desconocido brinda eso en gran medida-, e invertirle cuanto dinero pudiera la editorial en su promoción. El resultado, aunque el libro sea pésimo, que los hay, es un éxito en ventas casi seguro.
Así que si en estos tiempos alguien quiere hacerse rico vendiendo libros, lo mejor no es que sea un escritor de trayectoria y doctor en literatura, lo mejor es que sea joven, guapo o guapa, según el caso, tenga un nombre raro y escriba una obra también algo rara, con un poquito de originalidad. Si logra hacerla un poco famosa, lo demás caerá como cascada y tendrá el porvenir asegurado.

19 ago 2012

Bubok


En los últimos cuatro años, meses más, meses menos, ha venido cobrando cierta notoriedad Bubok, una especie  de editorial que a nadie le cierra las puertas. La originalidad de la iniciativa radica precisamente en eso, porque las editoriales convencionales le cierran las puertas a casi todo el mundo. Bubok no lo hace porque no es precisamente una editorial que se dedique a invertir en la impresión de libros, sus clientes pagan el libro antes de que éste exista físicamente.
Para ser más precisos, Bubok, a grandes rasgos, funciona de la siguiente manera: el autor, sea quien sea y de donde sea y haya escrito sobre el tema que sea, sube a la pagina de Bubok su obra, le pone al archivo en digital el precio que guste, o lo deja de a gratis, mientras que al libro en papel lo puede vender tan barato que apenas cubra los gastos de impresión, y eso viene a ser todo. Aquél que quiera el libro, ya sea digital o impreso, lo compra en la misma página de Bubok.
Bubok no hace lo que las editoriales comunes que imprimen miles de volúmenes de un libro y éstos van a parar a las bodegas de las librerías esperando a que los lectores los compren en el correr de los años. Bubok sólo imprime un volumen cuando el lector ya decidió que lo quiere y pagó por él.
Otra de las cualidades de Bubok es que cualquier autor que lo desee puede trabajar con ellos. Bubok no le dirá jamás que el libro es malo; es más, Bubok no analizará su libro si no paga por ello. Y eso es una especie de bendición para los autores que se han pasado media vida esperando a que una editorial les haga caso.
Pero tanta cosa buena no podría existir sin un enorme, o descomunal, inconveniente. El hecho de que Bubok acepte a todos sin discriminar hasta a los autores más malos y los que suben sus libros sin siquiera corregir las faltas de ortografía, es la razón por la que la editorial-librería, según sus propios números, no vende casi nada.
Siendo realistas, no podía ser de otra forma. Para que una persona invierta su dinero en un libro, es necesario tener unas cuantas garantías de que éste vale la pena.
Cuando alguien entra a una librería, se supone que todos -o casi todos- los libros que ve se han ganado la confianza de una editorial que ha invertido en ellos, y eso le da a entender a este posible lector que personas capacitadas ya han revisado el libro y les consta que es bueno.
Bubok lamentablemente no puede imprimirles esa confianza a sus posibles clientes. Éstos antes de comprarle uno de sus libros se preguntaran ¿quién es ese autor absolutamente desconocido?, ¿tendrá aunque sea un poco de talento?, ¿el libro estará bien escrito?, ¿habrá recibido una adecuada corrección?, ¿enviará Bubok un libro impreso con la necesaria calidad? Y desgraciadamente nadie puede despejarle esas dudas al lector, y quien duda, simplemente, no compra.
Esto viene a ser la razón de que Bubok, aunque tiene mucho que vender, vende bien poco. Pudiera decirse que demasiado poco. Y eso es una verdadera lastima, porque entre los miles de libros que ya tiene Bubok a la venta, bien pueden estar algunas obras maestras que desgraciadamente no tienen las herramientas para transmitir confianza. Y siendo así, allí se quedaran sin hacer mucho o nada de ruido.
Lo único que Bubok insta a hacer, es bajar los libros que son gratis que tienen una buena portada, un buen titulo y una buena sinopsis, y quizás entre ellos uno se encuentre a una maravilla que lo hará pasar muy buenos momentos. Nunca se sabe. 

6 ago 2012

Edad para leer los clásicos


Hace unos días fui a tomar un café con un antiguo profesor. En un rincón de la cafetería donde estábamos había un adolescente con un libro en las manos. Era nada menos que El Quijote. Que un joven de aparentemente 15 años lea ese libro ya da gusto. Actualmente a los jóvenes los atraen ciertas bazofias innombrables que uno a veces quisiera verlos haciendo otras cosas y no leyendo. Pero en fin, dejemos a Crepúsculo y otras tantas novelas por el estilo en paz.
Le dije al profesor que me alegraba el hecho de que los jóvenes leyeran El Quijote, y él, para mi asombro, me respondió que a él no. “No lo va a entender”, dijo, “y lo dará por leído. Cuando tenga la edad en que se pueden disfrutar los clásicos, ya no lo leerá”.
Me quedé asombrado, pero no pude menos que echarme sus palabras a la bolsa para reflexionarlas más adelante. De momento sólo me dediqué a hacer que abundara en su opinión. Me dijo que él cree que lo mejor para los jóvenes es leer esas cosas que algunos confunden por libros y que son de inicio a fin todo lo contrario a una buena novela. “Los jóvenes, prosiguió, aunque algunos son muy inteligentes, no entienden nada de calidad literaria, pero después de los treinta tendrán un mejor criterio y podrán disfrutar de las obras maestras en su justa medida. Entonces ya podrán leer a los clásicos, y los verán cómo son. Ahora no pueden distinguirlos de entre de esas novelas que abundan llenas, en el mejor de los casos, de errores arguméntales y de erratas”.
No puedo menos que reconocer que algo de razón tenía este hombre educado a mediados del pasado siglo. No digo que sea necesario estudiar un doctorado en literatura para entender a los clásicos, pero quizás los que leímos El Quijote siendo muy jóvenes debamos pensar muy seriamente en releerlo y no sólo limitarlos a recordarlo. Sin duda lo veremos con otros ojos.